Las experiencias físicas me acercan al plano terrenal. El "dolor", el sentir los huesos de un ser que crece dentro chocando contra los míos al caminar y al dormir, los calores subiendo por todo mi cuerpo, y todo, todo contrayéndose como el final de una ola y el inicio de otra, es una experiencia, una vivencia de lo que se dice: ser un espíritu encarnado en un cuerpo humano.
Observar las sensaciones nuevas y las que se repiten intensificandose, las pulsaciones de la piel, sus formas, sus colores, y hasta poder relacionar todo con algun elemento, me hace mas consciente de la interrelacion del todo con el todo. Mas aun, me lleva a vivenciar en solo un ejemplo lo que ha llevado a continuar la especie humana, el valor de la vida, que ya no como espectadora, la encarno.
Los hilos se van uniendo creando el telar de la existencia, y ahora como mamífera voy caminando al encuentro con el portal del fuego, de la transformación absoluta, donde dejar de ser hija a ser madre-hija me lleva hacia adelante pero también hacia atrás en el círculo del tiempo. Al encuentro con mi madre, mis abuelas, bisabuelas, y las que siguen en la historia hasta llegar a las más antiguas de todas, LAS BALLENAS, que en mis meditaciones aparencen presentes con su calmandad, su mirada sabia, su libertad, y ese continuo recuerdo de saber que sí es posible, que yo puedo, que yo se, que mi cuerpo tiene esa memoria de continuar, que no estoy sola, que somos una red, un hilo de conocimiento, un solo mar.
Observar las sensaciones nuevas y las que se repiten intensificandose, las pulsaciones de la piel, sus formas, sus colores, y hasta poder relacionar todo con algun elemento, me hace mas consciente de la interrelacion del todo con el todo. Mas aun, me lleva a vivenciar en solo un ejemplo lo que ha llevado a continuar la especie humana, el valor de la vida, que ya no como espectadora, la encarno.
Los hilos se van uniendo creando el telar de la existencia, y ahora como mamífera voy caminando al encuentro con el portal del fuego, de la transformación absoluta, donde dejar de ser hija a ser madre-hija me lleva hacia adelante pero también hacia atrás en el círculo del tiempo. Al encuentro con mi madre, mis abuelas, bisabuelas, y las que siguen en la historia hasta llegar a las más antiguas de todas, LAS BALLENAS, que en mis meditaciones aparencen presentes con su calmandad, su mirada sabia, su libertad, y ese continuo recuerdo de saber que sí es posible, que yo puedo, que yo se, que mi cuerpo tiene esa memoria de continuar, que no estoy sola, que somos una red, un hilo de conocimiento, un solo mar.